
Hoy voy a dedicar este espacio a una conversación muy “rarita” que escuche en el tren una mañana que iba para Elche.
Al mi lado iban tres muchachas, de la misma edad más o menos, que no paraban de conversar entre ellas. De repente una de ellas, sin tener nada que ver con lo que hablaban, le dijo a la más gordita: “ahora cuando baje del tren vienes que me baje los pantalones y te enseño una cosa”.
Todas nos quedamos boquiabiertas, pero sin dejarla acabar la frase, la última chica respondió: “Sí, yo también voy y lo dices que a mí también me sirve, porque ¿Cuántos pelos hay que tener?”.
Tanto mi cara, como la de la chica que las estaba escuchando, estaban cada vez más descompuestas. A mí me dio por reírme, disimuladamente claro. La muchacha que tenía que responderles no sabía cómo hacerlo, no sé si tenía ganas de reír o de llorar, pero para rematar la “jugada”, la primera chica dijo: “no, si yo lo que quiero es que me digas si estoy con la regla o no”.
Nunca había oído una conversación semejante, cada vez que la cuento me da por decir chorradas, pero en realidad hoy la estoy contando porque aparte de gracia, me ha hecho plantearme algunas cosas de cómo somos y la educación que tenemos.
Creo que todas estas cosas nos vienen de la manera de educarnos, de la censura que nuestros padres y profesores ponen a la hora de enseñarnos cómo funciona la vida y de la vergüenza que nos da preguntarles a personas mayores a nosotros las cosas que no sabemos.
Sé que lo que oí son cuatro tonterías, pero esas cosas se pueden llevar a muchos terrenos de nuestra vida y muchas veces chorradas así nos perjudican muchísimo, porque no sabemos movernos en nuestro entorno debido a la mala información que recibimos, todavía hoy en día y con los muchos avances que hay.
¿Por qué creéis que cada vez hay más embarazos, sida, hepatitis…?, por eso mismo, porque sí, nuestra sociedad ha avanzado, pero la educación en esos temas es escasa y no entiendo porque los padres no se pueden sentar y hablarnos de cosas tan simples, pero a la vez tan útiles.
El tema está, en que hay personas que maduran antes que otras, y las que son más alocadas se dejan llevar sin tener en cuenta los posibles efectos adversos. A mí sí me hubiera gustado tener una especie de guía, alguien que me hubiera resuelto esas dudas que yo tenía, incluso me hubiera gustado sentar a mi hermana y explicarle unas cuantas cosas, porque la madurez no siempre viene sola, a veces hay que pegarle el empujón.