martes, 1 de septiembre de 2009

Aventuras por Cork... fin del primer día!!!

Entraron sigilosamente en aquel oscuro edificio para no despertar a esos jóvenes que se habían pasado toda la noche de fiesta. Pero su gran afán por no hacer ruido se vino abajo cuando apretaron el botón del ascensor para subir a la tercera planta, donde al parecer vivía Patricia. Aquel ascensor era lo más rallante que habían oído nunca, la aguda voz de una mujer que sonaba cada vez que se abrían y cerraban las puertas era irritante.

Al llegar al tercero bajaron todos los bultos del elevador, alegrándose de no tener que oír más la voz que los iba a delatar, y se apresuraron para no meter en problemas con la casera a Patricia.
Lo que ninguno se esperaba pasó, al llegar a la puerta, sorprendentemente la lleve de la Toledana no abría, ¿Habrían cambiado la cerradura mientras había estado buscándonos?, ya nada era ilógico para ellos, aquel país se había convertido era daba más miedo que sus peores pesadillas.

- Chicos no me abre la puerta, y yo estoy segura de que es aquí…
- En tus llaves debe de poner cuál es tu apartamento.
- En mis llaves pone que es aquí, pero la puerta no se abre. ¿Qué hago?, todas mis cosas están ahí dentro.
- Tranquila, a lo mejor te has equivocado de planta, vamos a mirar en otras.
Los chicos comenzaron a subir y bajar, probaron la llave en todas las puertas, pero ninguna se abría. Conforme pasaban los segundos estaban más seguros, Cork había sido la peor elección de sus vidas.
- ¡Madre mía!, como nos pillen aquí se le cae el pelo a Patri, dijo Leti muy preocupada.
- Acho tía, que mal. Añadió Paquita que ya no estaba muy receptiva.
- Claramente, yo ya no vuelvo a viajar de noche, esto es un desastre. Terminó diciendo David terminando de hundir la situación.

Patricia y Rubén seguían buscando el apartamento, no podía haber desaparecido, ella había estado antes allí. Pero nada, en la tercera planta no se abría nada y en sus llaves ponía que se alojaba allí.

Paquita, David y Leti seguían debatiendo sobre la pobre Patri cuando escucharon unas voces, alguien hablaba con Patricia y no era Rubén. ¿La habría pillado la casera? ¿La echarían de la residencia?

Ellos que creían que todo el miedo había quedado atrás tras cruzar la puerta de la entrada, y ahora estaban muchos más asustados que al principio de la noche.

- Podemos decirle que nos hemos quedado solos y ella sólo intentaba ayudarnos, lo comprenderá. Dijo Paquita muy segura de sus palabras.
- Sí, ¿y cómo se lo decimos?, ¿con nuestro magnífico inglés? Contestó Leti ironizando lo que acababa de decir la murciana.

Mientras estas seguían debatiendo sobre qué hacer, apareció Patri muy sonriente, acaba de hablar con la casera, quien no había puesto ningún problema en que los chicos se quedaran unas horas en el apartamento.

- ¡Estás loca!, ¿Cómo puedes olvidar en que planta vives cuando has subido y bajado antes?
- No sé, es que he subido y bajado en ascensor y no me he fijado, porque al subir no le he dado yo al botón.

Todos se rieron de la situación, ya les daba igual, estaban dentro del apartamento, sentados en el sofá, sin pasar frio y sin temor a que los descubrieran pues tenían el consentimiento de la dueña del piso.

- Tu sofá es muy cómodo, dijo Rubén quien tardo unos instantes en dormirse.
Allí podrían descansar dos horas antes de partir para buscar su alojamiento, ya que estaban desorientados y no tenían ni idea de dónde podía estar.
- Oye, ¿vosotros habéis visto una catedral donde nos dejo anoche el taxista? Preguntó Leti como si se le estuviera ocurriendo algo.
- No, ni el río y según Patri tendríamos que estar cerca. Respondió David mientras dejaba sitio para que Rubén durmiera mejor.
- Bueno, pues yo creo que no nos han llevado al verdadero sitio, si os fijáis aquello era muy lujoso y en las fotos que vimos por internet era totalmente diferente, además en la web hablaba de la catedral que estaba muy cerca y José también nos enseñó la foto de la residencia y se veía la catedral. Y por si fuera poco en la web ponía que estábamos a cinco minutos del centro y nosotros anoche en el taxi tardamos un montón en llegar, así que, o el taxista nos timó mucho o ayer no nos llevaron a nuestra residencia. Comentó Leti analizando la situación.
- Sí, tienes razón. Además el borracho le dijo a Patri que cruzando el río estaba la residencia y nosotros no cruzamos el río en ningún momento. Añadió Paquita.

Después de una larga conversación llegaron a la conclusión que tantas veces se habían planteado durante la noche, la residencia en la que habían estado no era el lugar en el que se tendrían que hospedar. Así que si sus sospechas eran cierta, en unas horas encontraran la residencia muy cerca de donde estaban.

- Son las siete, a las nueve nos vamos, dijo David.
-Venga, pues vamos a descansar un rato, insistió Paquita.
- ¡Buenas noches!